En el mapa del mundo romano a finales del siglo IV d. C. ORBIS ROMANVM – MCXXXI AB VRBE CONDITA basado en la célebre Tabula Peutingeriana que regalamos con motivo del número 50 de Desperta Ferro Antigua y Medieval: Adrianópolis, encontramos, entre otros muchos datos, algunas referencias a ciertas criaturas mitológicas en la Antigüedad, como los cinocéfalos, a los que la Tabula sitúa en la costa del Sinus Arabicus, el actual mar Rojo. Además, nos hemos permitido añadir a nuestro ORBIS ROMANVM algunas de las razas monstruosas que recogían los geógrafos clásicos: las blemias, los esciápodos, la manticora, los nuli, los arimaspos o los hiperbóreos. Estas razas de seres monstruosos tienen una alargada presencia en las Geografías grecorromanas, y en nuestro caso provienen de la Historia Natural de Plinio el Viejo y del Physiologus, un anónimo alejandrino redactado alrededor del año 400 y que recoge descripciones de bestias y criaturas fantásticas.
Criaturas mitológicas en la Antigüedad
Los citados cinocéfalos (Cynocephalus en latín o Kynokephalos en griego, de kynos, “perro”, y kepahlos, “cabeza”), fueron una tribu de individuos con, como su nombre indica, cabeza de perro y cuerpo de hombre que habitarían en África y la India, verdaderas terrae incognitae donde en el mundo clásico se ubican toda clase de portentos. Ya el poeta griego Hesíodo en el sigo VIII a. C. atribuyó el origen de estos seres a Gaia, diosa de la tierra y madre de todos los dioses celestiales, y Epaphos, que en la mitología griega fue rey de Egipto e hijo de Zeus (Catalogus mulierum 40, aunque la tradicional atribución de este poema al poeta beocio está muy cuestionada). Estas deidades serían los padres de los cinocéfalos, que según Heródoto habitaban la región oriental de Libia (Heródoto, Historias IV.191.3). Megástenes, un geógrafo del siglo IV a. C. recogido por Plinio el Viejo, sitúa a los cinocéfalos en las montañas africanas, vestidos con las pieles de las bestias que cazaban para alimentarse y comunicándose entre sí mediante ladridos (Plinio el Viejo, Naturalis historia VII. 23).
Las blemias, también conocido como Sternophthalmoi («ojos de pecho”), tendrían la cara situada en el pecho. Según Heródoto, las blemias habrían convivido con los cinocéfalos en los bosques más salvajes de Libia, especialmente en regiones montañosas (Hdt. Hist. IV.191.3). Y continuando con la morfología corporal extravagante, nos encontramos con los esciápodos (skiapous en griego). También llamados monóscelos, tenían una sola pierna, de un tamaño desproporcionadamente grande, que alzaban a modo de sombrilla para darse sombra a sí mismos en las áridas tierras de África y la India en las que vivían. Estas criaturas aparecen ya en el 414 a. C. en Las Aves de Aristófanes, y después Plinio el Viejo comenta que Ctesias, un historiador griego del siglo V a. C., los menciona, destacando su extraordinaria habilidad para moverse velozmente mediante saltos con su única pierna (Plin. HN VII. 23).
Otras dos especies que aparecen en nuestro ORBIS ROMANVM son los nuli y los arimaspoi, a las que hemos emplazado en la zona oriental de Europa, regiones pobremente conocidas en el mundo clásico, volcado hacia el Mediterráneo como ranas alrededor de una charca, según la célebre expresión que Platón puso en boca de Sócrates en el Fedón (109 a-b). Los nuli o nuloi presentaban la particularidad de tener las piernas orientadas hacia atrás y ocho dedos en cada pie (Plin. HN VII. 23). Por su parte, los arimaspoi eran una tribu de hombres tuertos que vivía en la ladera de la montaña Rhipaion, probablemente de los Cárpatos. Heródoto en sus Historíai, explica que estos seres mantenían una lucha constante con los grifos, criaturas aladas con cabeza de águila y cuerpo de león que custodiaban el oro de las montañas (Hdt, Hist. III. 116. 1.)
Por su parte, las mantícoras eran monstruos devoradores de hombres a los que los historiadores antiguos atribuyen características como:
Una fila de dientes triples […], la cara y las orejas de un ser humano, ojos grises, un color rojo sangre, un cuerpo de león que inflige picaduras con su cola igual que un escorpión, con una voz como el sonido de una flauta de pan mezclada con una trompeta, con un apetito especial por la carne humana. (Plin. HN. VIII. 75)
En la zona más septentrional del ORBIS ROMANVM, encontramos la región de Hyperbórea. En la mitología griega, Boreas (Βορέας) era el dios del viento del norte, por lo que Hyperbórea se encontraría “más allá del viento del norte”. Según el poeta clásico Píndaro “ni por barco ni a pie encontrarías el maravilloso camino a la asamblea de los hiperbóreos” (Píndaro, Pythian X). Estos seres eran gigantes de unos tres metros de altura, descendientes de Boreas y de la ninfa de la nieve y, según Eliano, fueron ellos quienes fundaron la primera monarquía teocrática (Eliano, Natura Animalium).
Orden y caos
Hay que destacar la excéntrica situación geográfica que los autores de la Antigüedad clásica atribuyen siempre a estos seres, ya que nos dice mucho acerca de su percepción geográfica y de su visión de la alteridad. Los monstruos habitaban un espacio marginal, apartado de la civilización, una tierra incógnita, caótica y donde se subvertía el orden natural, totalmente diferente de su oikumene civilizada. Son geografías singulares, muy distintas de las que poblaban los seres humanos. Los monstruos, como también los bárbaros, no se encuentran en el espacio ordenado y regulado por los hombres, que sería la ciudad, la polis, sino que pueblan las selvas y los bosques más recónditos, así como los océanos más desconocidos. Los monstruos expresan la otra posibilidad de vida no política, en la montaña, en el mar, en las selvas, en los límites del mundo civilizado. Con ellos construyen el paisaje de lo Otro y en sus contrastes se configura el ámbito familiar, acogedor y ordenado de lo propio.
Por último, es importante destacar que estos seres fantásticos han perdurado mediante mitos y leyendas hasta nuestros días, siendo protagonistas de obras a lo largo de la historia. En la época medieval surgió un especial interés por estas especies mitológicas y circularon manuscritos profusamente ilustrados de la obra de Plinio el Viejo, base de diferentes bestiarios el Bestiario de Aberdeen, iluminado en la Inglaterra del siglo XII y que utiliza como fuentes principales la Historia Natural de Plinio y el Physiologus griego.
Bibliografía
- Atsma, Aaron J. Theoi Greek Mythology. 2000-2017. Consultado el 15/10/2018. http://www.theoi.com/Phylos/Sternophthalmoi.html
- Olmos, R. (2007) “Monstruos y geografías imaginarias en la antigua Grecia” en Jornadas sobre la antigüedad. Diputación Foral de Guipuzkoa
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